EUROPA
PRESS
23
noviembre 2022
Tratar el acné con
antibióticos sistémicos puede dificultar la maduración del esqueleto en la
adolescencia
Las personas que comen o beben más
alimentos con flavonoles antioxidantes, que se
encuentran en varias frutas y verduras, así como en el té y el vino, pueden
tener una tasa más lenta de deterioro de la memoria, según un estudio publicado
en la edición online de 'Neurology', la revista
médica de la Academia Americana de Neurología.
Durante la adolescencia, las hormonas sexuales provocan
importantes cambios fisiológicos. Una de las experiencias más universales, y a
veces angustiosas, durante la adolescencia es el desarrollo del acné, una
afección cutánea que resulta de la obstrucción de los folículos pilosos con
grasa y células cutáneas muertas. Para algunas personas cuyo acné es resistente
a las terapias tópicas, se utilizan antibióticos sistémicos para ayudar a
aliviar los síntomas y aclarar la piel.
El tratamiento del acné con antibióticos sistémicos, como la
minociclina, suele requerir un uso prolongado (a
veces hasta dos años); sin embargo, se desconocen los efectos de dicho uso
prolongado de antibióticos.
Ahora, este trabajo, publicado en la revista científica
'Journal of Clinical Investigation Insight', ha
evidenciado que existe un fuerte vínculo entre la composición del microbioma intestinal (la comunidad de microorganismos que
conviven en el intestino) y la maduración saludable del esqueleto.
Según sus hallazgos, el uso prolongado de un antibiótico
sistémico, como la minociclina, puede tener
consecuencias no deseadas durante la etapa crítica del desarrollo óseo de los
adolescentes.
"Hay cambios sostenidos en el microbioma
intestinal después de la terapia sistémica a largo plazo con minociclina que conducen a la reducción de la maduración ósea\", ha resaltado Matthew Carson, primer autor de
este estudio.
"Desde el punto de vista clínico, el tratamiento con minociclina no sólo provoca cambios en el esqueleto en
proceso de maduración, sino que el microbioma y el
esqueleto no son capaces de recuperarse por completo después de la terapia con antibióticos\", ha añadido Chad Novince,
investigador principal de la investigación.
Este trabajo se basa en un trabajo anterior del laboratorio
de Novince que demostró que un cóctel de antibióticos
en dosis altas activaba una respuesta inmunitaria proinflamatoria
que aumentaba la actividad de los osteoclastos que
devoran el hueso y perjudicaba la maduración ósea.
Los resultados de este estudio llevaron al equipo de Novince a preguntarse si existían escenarios clínicos en
los que los antibióticos sistémicos pudieran tener efectos sobre el esqueleto
en maduración.
Se enteraron de que los médicos prescriben minociclina como terapia antibiótica sistémica para tratar
el acné de los adolescentes. La minociclina es un
miembro de la clase de antibióticos de la tetraciclina, que también incluye la
tetraciclina, la doxiciclina y la sareciclina.
Estos antibióticos actúan impidiendo el crecimiento y la
propagación de las bacterias; en el caso del acné, matan las bacterias que
infectan los poros y disminuyen ciertas sustancias
aceitosas naturales que causan el acné.
Para determinar si el tratamiento sistémico con minociclina tendría efectos similares en el esqueleto a los
que tuvieron los tratamientos antibióticos anteriores, Carson y Novince administraron una dosis clínicamente relevante de minociclina a ratones durante el crecimiento puberal/postpuberal, la edad
equivalente a la adolescencia en los seres humanos.
Comprobaron que el tratamiento con minociclina
no provoca ningún efecto citotóxico ni induce una respuesta proinflamatoria,
como habían observado anteriormente; sin embargo, se produjeron cambios en la
composición del microbioma intestinal que provocaron
una disminución de la acumulación de masa ósea y un deterioro de la maduración
del esqueleto.
En sí mismos, estos datos ponen de relieve una consecuencia
importante, pero poco apreciada, del uso de antibióticos sistémicos a largo
plazo durante la adolescencia. Pero también demostraron que el tratamiento a
largo plazo con minociclina impedía que el microbioma intestinal y el esqueleto se recuperaran hasta
alcanzar un estado estable incluso después de suspender el tratamiento.
Las primeras investigaciones sugerían que nuestro microbioma intestinal se desarrollaba hasta alcanzar un
estado de madurez en los primeros años de vida, pero esta idea se ha puesto en
duda recientemente, con investigaciones recientes que muestran que el microbioma intestinal sigue desarrollándose hasta alcanzar un
estado estable y maduro durante la adolescencia.
"Lo realmente interesante es que si se provocan cambios
en el microbioma durante esta fase de la
adolescencia, cuando la microbiota todavía está
progresando hacia un estado adulto estable, se van a producir efectos profundos
en el esqueleto en maduración\", ha detallado
Carson.
En la pubertad, acumulamos hasta el 40 por ciento de nuestra
masa ósea máxima, lo que se correlaciona con la maduración de nuestro microbioma. Si alteramos el sistema durante esta ventana
crítica de crecimiento y reducimos nuestro pico de masa ósea, es posible que ya
no podamos capear el temporal de la pérdida natural de hueso como consecuencia
del envejecimiento. Por lo tanto, la alteración del microbioma
durante la pubertad puede tener un impacto duradero en la salud del esqueleto y
el riesgo de fracturas.
El equipo de Novince analizó
además cómo el microbioma podía comunicarse con la
estructura del esqueleto y modificarla. Sorprendentemente, la alteración del microbioma intestinal con minociclina
interrumpió la comunicación normal entre el hígado y el intestino delgado. Esta
comunicación se centra en unas pequeñas moléculas llamadas ácidos
biliares.
Normalmente, los ácidos biliares viajan desde el hígado
hasta el intestino delgado para facilitar la digestión y ayudar a descomponer
las grasas, pero esta visión de los ácidos biliares se está ampliando.
"Los ácidos biliares no se habían considerado hasta
ahora como importantes moléculas de comunicación entre el intestino y el esqueleto.
Al cambiar el microbioma intestinal, se altera la
composición de los ácidos biliares, lo que influye en la fisiología del
huésped, incluida la maduración del esqueleto", ha afirmado Novince.
El microbioma intestinal modifica
continuamente la reserva de ácidos biliares en el intestino delgado. Los ácidos
biliares actúan entonces como moléculas mensajeras y se comunican con las
células del huésped en el intestino y en lugares anatómicos distantes. Por
ejemplo, los ácidos biliares pueden estimular la formación de hueso cuando se
comunican con los osteoblastos.
Curiosamente, el microbioma
intestinal alterado resultante del tratamiento con minociclina
generó un conjunto diferente de ácidos biliares. Este perfil diferente de
ácidos biliares no logró activar los osteoblastos formadores de hueso y provocó
una disminución significativa de más del 30 por ciento en la formación y
mineralización ósea.